martes, 20 de diciembre de 2011

Una Navidad muy, pero muy diferente


    Si no hubiese visto la televisión estos días, creo que jamás (y lo digo muy enserio) me habría dado cuenta qué fecha era, porque por estos barrios nadie corre a las tiendas, no se escucha música navideña, ¡¡¡ni hablar del viejo pascuero!!! no hay viejo, nadie vestido de Santa Claus en las tiendas esperando a los niños para la foto, ningún reno asomando su nariz roja, porque por acá no vienen, por culpa del calor qué está haciendo y si llegan a hacerlo, el pascuero tendría que ponerse zunga y cambiar los renos por peces.



Ya estamos a pocos días de Navidad y sinceramente no estoy inundada del espíritu navideño como es mi costumbre, este año no me preocupé de armar el árbol, ni darme unos minutos en busca de aquello que el viejito obsequiará a mis seres queridos. Muy por el contrario, sólo me di cuenta del contexto cuando vi un comercial de Líder diciendo que todo lo que deseas para estas fiestas lo puedes conseguir en sus locales y recién ahí caí en cuenta de la fecha: Muy pronto estaré celebrando nochebuena, navidad y año nuevo en el ombligo del mundo, pero donde está el árbol vestido de rojo y verde? dónde están los regalos que uno comienza a esconder para que nadie sepa qué compraste hasta que los abran?, donde están los manteles con campanas y el cola de mono?

  No es que acá no celebren Navidad y los niños sean unos extraterrestres que no saben de la existencia del pascuero, la diferencia radica en la forma de acercarse a esta fecha, más tranquila, sin la vorágine de las compras, las tarjetas de crédito, el stress de las cenas familiares y los cachos del amigo secreto. Quizás sea por el contexto geográfico y la conectividad con el resto del mundo pero aquí, en especial en estas festividades, todo pareciera ser más lento, cosa extraña en cualquier lugar del mundo, pero aquí se da así. Sólo cuando ves un árbol en la casa de alguien, recién ahí dices: “Chucha, debo hacer el arbolito”, porque si a esta altura estaban pensando que no hay nada de nada, se equivocan, hay, pero poco y es tan reducido que pareciera no existir.

En las calles todo sigue relativamente igual a no ser por un nuevo café que desde el 1° de diciembre decoró su local con grandes monos de nieve, renos y pascuero y todos ellos se ven ¡¡¡taaaan extraños!!!, como que están desubicados entre tanto surfista con tabla y gente con traje de baño tomándose, junto a ellos, un rico jugo de guayaba natural. Y aquí es cuando baja la nostalgia de la tierra y la familia, de pasar las fiestas comiendo lo mismo de todos los años (porque es tradición), de ir viendo como el árbol se llena de regalos y pelear por el mejor momento para abrirlos, de recibir algún presente inesperado y pensar “mañana debo comprar algo”, de recibir lo que tanto te gustaba en la tienda y por ser caro dijiste “ojalá me lo traiga el viejito”.


    Uff, a la distancia todo lo que te da lata en estas fiestas lo comienzas a extrañar, idealizas cada cosa que recuerdas, cada momento fue mejor que el actual, el árbol más grande, los adornos más bellos, ¡¡¡si hasta las tarjetas musicales son encantadoras en mis recuerdos!!!. Pero sería muy mala elección quedarme con lo que podría ser y no vivir este momento, que de una u otra manera será muy distinto a todo lo que he vivido en estos meses, y por eso, desde ya y con un poquito de nostalgia, debo dar gracias al viejito pascuero por este regalote que me ha brindado y disfrutar a concho, no se si con cena navideña o a la orilla del mar, una Feliz Navidad en Easter Island.
Felicidades a todos.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Música, raíces y teatro: Todo es motivo de fiesta

“La alegría no sólo es brasileña” dice Joe Vasconcellos  en una de sus canciones  y esta frase se me vino inmediatamente a la mente cuando hoy empecé a escribir; en estas últimas semanas y  de diversas maneras, me ha tocado estar de fiesta constante, el aire parece que se ha vuelto más musical, alegre, lleno de armonías que te incitan a sonreír... y lo más lindo de todo, es que la sorpresa llegó  para quedarse y  apoderarse de todos quienes estamos en RapaNui. ¿Quieren saber que ha pasado por estos días?.

Desde el 1º  de noviembre mágicamente el ambiente cambió, las sonrisas están a flor de piel, la gente anda más contenta, todos los días hay un nuevo lugar, ya sea un café, una tienda de artesanía, un restaurante; los rostros comienzan a rejuvenecerse con la llegada de los hijos, nietos y parientes que estuvieron estudiando en el continente y la música subió su volumen inundando las calles, las esquinas y el mar. Literalmente esto sucedió un fin de semana cuando, Mahani Teave, concertista en piano, regresó a RapaNui  para brindar un concierto gratuito frente a la playa, en el sector de Hanga Vare Vare, donde las puestas de sol son fenomenales y lo mejor, es que está a tres cuadras del centro del pueblo. El sol despidiéndose fue el escenario perfecto para que todos los asistentes, muchos extranjeros  amante de la música clásica y los más, rapanuis que estaban con el deseo de ver  “cómo se veía esta  prima, vecina, amiga del colegio”, que hace años salió de la isla para cumplir un sueño que acá, hubiese dormido junto a los moais, se deleitaran con un espectáculo de alto nivel.

A los pocos días, nuevamente la gente se comenzó a preparar para el Primer  Festival de Música Rapanui, sería todo un día de sonidos autóctonos, bailes, competencias musicales, performance nativas...no cabía duda que este era un evento para todos, para los turistas era su oportunidad  de  apreciar  distintos estilos  musicales y para los rapanuis, era la ocasión de enorgullecerse por los  parientes que  estarían sobre el escenario. Para mí, lo más sorpresivo y simpático, fue ver al muy particular dueño del pub Makona (si vienen lo recomiendo 100%, el lugar es chiquito, íntimo, se come y bebe como los dioses...ah!!! y te ríes todo el rato con Roberto- su dueño, chef y mesero- con tus vecinos, de tu vecinos y de ti) siempre sonriendo, tirando bromas a los asistentes   (aquí todo era muy interactivo con el público, entendieras o no el idioma), vestido con un hami (zunga rapanui confeccionada con corteza de árbol), una corona y cantar en lengua local  acompañado sólo con  dos piedras que golpeteaba cadenciosamente. ¡¡¡¡ Uff, parece que es verdad que en la isla la  música se transmite por genética!!!

Y ahora estamos frente a un “Desembarco Teatral”,   cuatro días de obras de teatro y talleres infantiles gratis para la comunidad. Algunos dicen que es la primera vez que se estrena una obra  en RapaNui, otros dicen tener en sus recuerdos alguna presentada en la isla hace años... como sea, la cosa es que todos hablan de las obras, de lo que verán, de lo que vieron y sobre todo, de aquello que sus hijos harán en la gran función de cierre. Pero lejos, lejos de todo esto, un acontecimiento específico marcó este desembarco: la llegada de un mimo. Cuando se bajó del avión ya venía caracterizado, agarró pal leseo a todo el mundo en el aeropuerto, a los carabineros, a los turistas y hasta a los mismos rapanuis, los niños eran los más felices porque esto si que jamás se había visto acá. Como él es actor  callejero, se le ocurrió hacer intervenciones en la calle principal, frente a la farmacia Cruz Verde, interrumpió un partido de rugby, hizo show en otro de fútbol, los niños fascinados, los adultos también, lástima que no faltó el imbécil ( los hay en todas partes y de todas las razas) que lo insultó y dijo “fuera de mi isla” (como dato extra el Parlamento Rapanui nuevamente ha comenzado con las movilizaciones para que echen a los chilenos residentes), pero él como todo un maestro contestó sólo con humor y pudo ahogar la mala  vibra con la risa del resto de los asistentes.

Y así están los días en la Isla, alegres, multicolores y musicales, pero lo más irónico de todo esto es que después de muchos años y viviendo a una hora de Santiago, vine a ver teatro en RapaNui, en el lugar  habitado más apartado del planeta, ¡¡¡¡ esto bien merece una aplauso!!!!.