lunes, 16 de abril de 2012

Desembarco de lo cotidiano

Con la llegada del mes de abril la isla sufrió un cambio, no se si todos lo han notado, o simplemente yo, pero hoy encuentro las calles más lentas, los colores que pintan las veredas son grises, la edad de la población aumentó y pareciera que los rapanuis se han replegado.¿Qué ha sucedido en la isla?, ¿quién cambió,  ella o yo?

    
 ...Y pensando esto, sigo caminando y de repente, como si despertara de un sueño, me doy cuenta que estoy  sumergida en los estantes de la biblioteca municipal “Rongo Rongo”  buscando un buen libro que acompañe mis tardes otoñales, y entre  Bioy Cásares, JulioCortázar, José Donoso, Isabel Allende, Tolkien y muchos más,  me siento un poco ridícula por estar entre estos viejos estantes , globos terráqueos, textos escolares y ejemplares aún por clasificar, en vez de estar frente al mar disfrutando de sus aguas o de las tortugas. Pero es que aquí, escuchando el inicio de una  suave lluvia que  anuncia  la llegada del otoño y con el olor de  chocolate de los libros antiguos (puede ser sólo mi imaginación, pero al abrir uno siempre me saben a chocolate), me percato que la vida tomó un ritmo cotidiano,más silencioso y pausado.



Un hermoso trío de bailarinas.

      Atrás quedaron los días de carnaval, de tocados en las cabezas, cuerpos pintados, seres de fantasía  deambulando por las calles y todos siendo felices, realmente felices. Mi hermoso traje de orgullosas plumas negras permanece callado en mi habitación, esperando el pronto regreso a Chile para  salir nuevamente a la luz entre familia, sobrinas y amigos que lo mirarán  con extrañeza y risas y mientras lo  miran, yo pensaré ¿lo volveré a usar algún día?.














¡Qué días aquellos dónde se bailaba hasta el amanecer!, ¡dónde todo era risas y música!... hoy el cielo y viento frío señalan que todo  es parte de un lindo recuerdo albergado en fotos y recuerdos, hoy el panorama del pueblo es ir sagradamente a la cancha municipal cada domingo y alentar a su equipo que se saca literalmente la mugre en una cancha que tiene más tierra que pasto, donde se juega bajo sol y lluvia, se pelea por lo penales no cobrados y por los cobrados al antojo del árbitro,  donde mientras los jugadores van detrás de su gloria, en las graderías abundan los gritos de aliento y las palabrotas en rapanuis de los tres o cuatros entrenadores que algunos equipos poseen. Los locales se toman en serio este sagrado evento, las barras vitorean y los turistas, sean de la nacionalidad que sean, detienen su paso para ver el partido, algunos sacan fotos y otros hasta terminan gritando un gol... de repente, unos caballos cruzan la cancha sin importarles  interrumpir la carrera de un jugador, no tienen prisa y nadie parece molesto, la meta está en el arco contrario y no hay que olvidarlo.



Como verán, hoy las emociones se viven a otro ritmo y en otro escenario, después de tanto tiempo viviendo en la isla, casi un año (¡y crean que se sienten!), uno comienza a vivir una vida normal, las calles ya son conocidas, la gente te saluda, hablas con más propiedad y hasta puedes recomendar a algún amigo que visita Rapa Nui qué hacer y dónde ir, ya conozco lo que desea mirar el visitante y lo qué debe ver, yo fui turista al igual que los miles que viajan 4000 km para llegar hasta el ombligo del mundo y en donde hoy estoy de paso, por un periodo prolongado, pero siempre de paso, con fecha de término, como debe ser y como será.