martes, 3 de enero de 2012

¡Navidad, Año nuevo¡ ...¿qué pasó?

(Primera Parte)

Eramos tres chilenos la noche de navidad tomando cerveza junto a la parrilla, en silencio, mirando las estrellas, escuchando las risas del resto de los invitados, todos rapanuis, que como es natural estaban conversando en su lengua. De repente, un suspiro, casi al unísono, después, alguien dijo: “¡No hay como pasar estas fiestas con la familia!”, después... el silencio otra vez.


Después de una navidad un tanto extraña en donde el espíritu navideño nunca llegó, donde las calles no se vistieron de rojo y verde, donde la celebración de nochebuena se confundió con otras tantas y en donde no había nada que dijera “esto es especial”, los chilenos que estábamos reunidos en el hostal terminamos la velada esperanzados de que la noche de año nuevo sería distinta. ¡Porque el año nuevo toooodoooo el mundo lo celebra!, en todas partes, desde las grandes ciudades con sus juegos de luces, música hasta el amanecer y fiesta total; hasta la más recóndita casita de algún pueblo con una sencilla cena, un licor para brindar, recordar el pasado reciente y anhelar el futuro. Pero la gran incertidumbre estaba ya en nuestras vidas, cómo sería recibir el año lejos de tu hogar, en un lugar donde los chilenos no son bien recibidos por más de un mes, donde la gente no se siente tu compatriota y tú eres un extranjero más... por ahora sólo nos quedaba esperar.


Con el correr de los días la radio fue anunciando los carretes: fiesta en el Bar El Pea, fiesta en la Caleta Hanga Piko, fiesta en el Hanga Vare Vare al lado del mar, fiesta... y así los mismos 3 chilenos fuimos sintiendo las serpentinas y cornetas en nuestros oídos y pensando que ahora sí se venía la fiesta con todo. Al trío de chilenos anhelantes se nos unió un cuarto, esta vez, un turista que venía a pasar unos días a la isla sin más expectativa que el descanso completo, pero nadie puede quedar indiferente a un magno evento como éste y también cayó en la consulta permanente de “cuál era la manera más entretenida para disfrutar año nuevo”, pregunta que a esa altura ya teníamos solucionada ¡¡¡Junto al mar, con fuegos artificiales y música toda la noche!!! 



     Para ponernos a tono hicimos una cena pre-año nuevo con los huéspedes que estaban el viernes en el hostal, venían de Alemania, Estados Unidos, China (o era Japón?) y obviamente Chile, preparamos un rico asado de costillar, con ensalada a la chilena, pebre, arrocito blanco para acompañar, red wine, cerveza y para ponerle un toque exótico, unos pisis (pez autóctono de la isla) a la parrilla. Esto sólo era un pequeño adelanto, porque mañana se venía el año nuevo, se venía la fiesta junto al mar y los abrazos con todo el mundo, porque si en la misa todos se desordenan para dar la paz y le dan la mano hasta el último de la fila ¡¡¡cómo sería de afectuoso el abrazo de nuevo año!!!.


El último día del año desperté muy temprano, quería terminar todo en la mañana y concentrarme sólo en la celebración, la cual ya habíamos decidido con los participantes de ella comenzarla temprano con su correspondiente asadito (otra vez), para luego “bajar al Hanga Vare Vare”. Pero había algo raro en el ambiente, quizás porque era muy temprano no había movimiento en la calle, no habían autos como es habitual, sólo reinaba el silencio; pasaron las horas, llegó el mediodía y nada, el silencio seguía ahí, pensé que era debido a que la mayoría de la gente no vive en Hanga Roa (el pueblo), sino en la costa ( en el “UTA” como le dicen aquí) y ya habrían partido a sus hogares para la celebración, sin embargo, al poco andar me di cuenta que la verdad era otra... ( to be continued)

No hay comentarios:

Publicar un comentario