sábado, 11 de junio de 2011

Alguna vez fue Buenos Aires


Primera Parte

Cierta noche una chica suiza comentó que antes de viajar a Chile, había estado en Buenos Aires, ciudad que detestó, por qué le pregunté, y me dijo: por lo monstruosa, todo era demasiado grande, casi inmenso. Qué raro me dije, cuando a mí fue esa inmensidad lo que más me cautivó de ella. Con esta idea en mi cabeza, la de la inmensidad de la ciudad porteña, recordé mi viaje a Buenos Aires y lo maravillada que quedé con esta impresionante ciudad de más de 12 millones de habitantes. No sé a ciencia cierta si fue esa mezcla de estilo europeo, vanguardia y esquinas tangueras lo que me cautivó desde las primeras horas de mi llegada, o el poder ver por fin, en vivo y en directo, a esta ciudad tan famosa a nivel mundial.


Aeropuerto de Santiago.
        Mi aventura comenzó luego de 4 horas de viaje desde Santiago, llegué al aeropuerto de Ezeiza directo a cambiar dólares y pesos argentinos para aprovechar las cosas ricas del duty free (ahora que tenía dinero en el bolsillo y aún no me tentaban las tiendas de moda y regalos alternativos, además de la rica comida, los buenos vinos...) Con plata en el bolsillo y todo en orden, tomé un taxi y comencé a sentir la esencia argentina, el encanto bonaerense, no fue más que el taxista saludara, para darme cuenta que estaba frente al típico porteño que habla de todo y sobre todo, desde política hasta economía, deteniéndose con pasión casi religiosa en el tema sagrado de todo buen argentino: EL FUTBOL. Pero más allá del tema, lo más simpático es que ¡tienen opinión para todo! y cuando los escuchas te preguntas si la crisis mundial habrá cortado los estudios de este hombre erudito de la política internacional obligándolo a buscar el sustento familiar en este trabajo o simplemente , vienen con el don de la palabra y la verborrea genéticamente estampados. 

Monumento de Los Españoles
        Y así, entre conversa y conversa, llegué a Palermo,el barrio más grande de esta ciudad y un importante e inmenso pulmón verde de ella. No había tiempo que perder y con todo acomodado en un acogedor departamento amoblado, con vista a la ciudad y de una privacidad inmejorable (sólo dos dptos en cada piso), parto a recorrer el sector, rodeado de bosques, grandes parques, estatuas europeas, lagos y un hermoso parque de rosas, entre muchas otras cosas. ¡Simplemente impresionante!, en solo un par de cuadras me encontré con un mundo completamente distinto, impensado, gigante, una inmensidad de verdor que te calma el alma, y pensé frente a una fuente abrazada por seres mitológicos, “estoy en una pequeña Europa”, pero con un suave susurro de tango susurrando en mi oído. 


Y con el corazón atónito, tomo la decisión de recorrer la ciudad a pie, porque ¡qué mejor que caminar y descubrir las “callecitas de buenos aires” por uno mismo!, lo más rápido es comenzar usando el Subte (metro) para llegar al centro, directo a la Casa Rosada, uno de los lugares obligados para todos los visitantes que buscan obtener la fotografía con fondo rosa para la posteridad y con ella una vez en la cámara, partí hacia el Obelisco, símbolo popular de todo evento importante del país, desde el fútbol hasta la política. Este se encuentra ubicado en la avenida más ancha del mundo que alberga dos vías (de ida y regreso) con hasta 7 columnas de vehículos por carril, una locura que junto con la audacia de los conductores convierte a esta avenida en una pista de carreras ¡sólo para valientes! , porque aquí impera la ley del más fuerte y si eres capaz de manejar entre gritos y velocidad, lo podrás hacer en cualquier parte del mundo. 

Luego de volver a encajar mi mandíbula, desubicada por tanta vorágine automovilística, el estómago comienza a exigir de manera poco lady, su recompensa por tanto caminar y el dónde comer se transforma en otra aventura, la mejor opción es elegir el típico plato argentino de milanesa, una “doña milanesa” que para el hambre es precisa y, te deja preparada para continuar explorando el lugar, luego de un descanso mirando y escuchando (sobretodo) a los argentinos que deambulan por el sector, que en boca en jarro analizan todo lo que la mente les permite. 



Puerto Madero


Con la guatita llena (qué manera de comer) mi próximo destino fue: Puerto Madero, uno de los barrios más exclusivos de la ciudad, rodeado cafés, tiendas, docks reciclados y el famoso Puente de la Mujer.






    Luego de las fotitos de rigor y de haber disfrutado el atardecer mirando el río, la mejor decisión es retornar al hogar, pero OH sorpresa, jamás pensé que iba a tener que afrontar vagones estrechos, bucear en un metro lleno hasta más no poder, sin ventilación y con un aire acondicionado que parece que murió hace tiempo,si me sentía como en una escena del Titanic, cuando la gente atrapada en una habitación trata de respirar el poco aire que queda en el lugar... pero sana y salva, y con los pulmones llenos de aire fresco, la única cosa en mente es preparar una rica cena y descansar para el siguiente día...

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